viernes, 20 de febrero de 2009

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Neuquen, 17 de Septiembre de 2006

Los ahijados de los presidentes

No todo es color de rosa

Agustina Galindo de cuatro años; será la ahijada de Kirchner.
La séptima hija de una familia neuquina recibirá el padrinazgo de Néstor Kirchner como lo establecela ley nacional.
Según la ley 20843, el séptimo hijo o hija del mismo matrimonio deberá recibir una beca estudiantil para terminar sus estudios.

Neuquén > El padrinazgo presidencial está reglamentado a través de la ley 20843 que establece que el presidente de la Nación otorgará a los séptimos hijos o hijas de un mismo matrimonio, un diploma y una medalla recordatoria.
Pero además, establecería que se otorgara una pensión de carácter asistencial destinada al ahijado para que contribuya a su alimentación y educación. La pensión estará en vigencia a partir del bautismo hasta que el ahijado llegue a la mayoría de edad.
Hace unos días, la familia Galindo Frías recibió la noticia de que el presidente Néstor Kirchner, apadrinará a su séptima hija, Zahida Giannella Agustina de cuatro años. Sus padres contaron con el consejo de un vecino, que les comentó sobre la ley de padrinazgo, y hace cuatro años que comenzaron con los papeles necesarios para solicitarlo. “Tuvimos que entregar la partida de nacimiento de todas las chicas y Oscar Parrilli nos envió una carta contestándonos que sí, el presidente Kirchner iba a ser padrino de Agustina” explicó la madre, Norma.
La familia Galindo Frías antes vivía en el barrio Don Bosco II. Pero después que nació Agustina se mudaron a Valentina Sur. Cuando recibieron la noticia, la familia se llenó de emoción. Para obtener la medalla, la familia tiene que avisar la fecha del bautismo, aún no determinada, con veinte días de anticipación para que les sea entregada. “Nos dijeron que le iban a dar una beca para estudiar, en lo posible en un colegio privado. Pero todavía no nos confirmaron nada, porque recién nos estamos enterando” explicó.
Norma trabaja en la cocina de la escuela 245 donde fue sorteada para pasar a planta en diciembre. Cuenta orgullosa,por ejemple, «hoy cociné pizza para 120 chicos».Pero Agustina no está sola. Cuenta con la compañía de sus seis hermanas. La mayor se llama Liliana tiene 25 años, le siguen Laura de 24, Paula de 22 que estudia para mecánica dental en General Roca, Estefanía de 20 que está terminando el secundario, Yessia de 15 que está en tercer año del comercial y en segundo de italiano y Gabriela de 13 que está en séptimo grado.Los padres de Agustina, Norma y Pablo, están en contacto con el concejal justicialista Darío Martínez, que fue elegido como representante del presidente en Neuquén.

El drama de los Bruzzone
Pero no todas las historias son color de rosa. Romina Bruzzone tiene 22 años y fue apadrinada por el presidente Raúl Alfonsín. Luego de tres años de beca, en mayo de este año se la negaron desde el Ministerio de Educación. En la actualidad estudia Saneamiento Ambiental en la Universidad Nacional del Comahue.
Según dijo Romina, “hablé con Florencia Fernández y me comentó que no era alumna regular y que no me podían renovar la beca”. Para Romina, “no entienden, porque yo soy alumna regular, pero lo que pasó fue que la facultad estuvo tomada mucho tiempo y me atrasé”. La beca consta de 600 pesos una vez al año, ayuda que sirve, pero que a la vez no alcanza a pagar la cantidad de apuntes que se exigen a nivel universitario. “Estoy con seis materias con finales, pero todo es muy difícil porque soy mamá soltera y tengo un nene de cinco años que va al preescolar” explicó Romina.
Una situación difícil
La historia de su familia es complicada. Su mamá Elsa, tuvo que vender la medalla que le habían otorgado, para poder solventar los gastos de internación del padre de Romina, que fue operado dos veces de los riñones.
En la actualidad, los padres de Romina se encuentran en estado crítico de salud. “Nunca tuvimos ayuda de nadie y realmente ahora la necesitamos” dijo Elsa.
También, Romina manifestó que “quiero que se nos de un lugar y no sean sólo promesas. La beca fue un estímulo, pero después nada más”. Y agregó que “ahora necesitamos más que nunca una ayuda. Ahora me preocupa más que mi hijo pueda comer, quiero que me den un trabajo estable, porque yo ahora trabajo cuidando chicos, limpio por hora, hago manicuría, por cuenta propia, pero igual no me alcanza. Necesitamos ayuda para poder seguir”.
El ahijado de Menem
Otro caso difícil es el de Sebastián Saúl Olave de quince años que es ahijado del presidente Carlos Saúl Menem. De familia humilde, Sebastián sufrió la pérdida de uno de sus hermanos, que a los trece años murió de leucemia.Sin embrago, a los cuatro meses su mamá Clementina quedó embarazada y nació una hermanita. “La muerte de mi hijo hizo que la familia se uniera un poco más, y con la llegada de mi nena, y así no me crea la gente, es algo como que Dios se lleva a un ángel para traerte otro ángel. Ella me alegra la casa, yo le digo la número ocho tiene síndrome de down y es cariñosa” comentó Clementina.
Según Clementina, “nunca recibí una ayuda de nada, ni una beca, nada. Le pedí una beca por la secundaria y no salió. Ahora está en segundo año y no tiene nada, incluso le tengo que andar comprando las cosas de la escuela. Escribí pilas de papeles y nada”. El papá de Sebastián trabaja con los planes de trabajo, gana 150 pesos y trabaja medio día, aunque dedica la tarde a hacer trabajos en la construcción. Para Clementina, “mi marido prefiere trabajar los domingos y pagar con sus monedas a que mis hijos nos ayuden, cada uno tiene su vida, su trabajo y su casa”.
El sacrificio por un hijoEn más de una oportunidad, la madre no compró comida para darle la plata para los apuntes a Sebastián. “Yo prefiero no comprar una bolsa de papas y sí que mi hijo pueda estudiar, todos los demás estudiaron y terminaron” afirmó Clementina. Y agregó que “yo siempre me arreglé con fotocopias porque nunca me dio para comprarle un libro. Desde que me acuerdo, una sola vez les compré uno y fue el Martín Fierro a los más grandes, pero a los más chicos nada.Pero Sebastián parece ser un buen estudiante, según su mamá. Para poder estudiar se hizo socio de la biblioteca. “Los profesores me conocen, porque todos mis chicos fueron a la misma escuela, y siempre se arreglaron con fotocopias” dijo Clementina.
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